Queremos retomar un post publicado tiempo atrás.
Sabemos por los estudios científicos sobre cáncer que nuestro organismo desarrolla en determinados momentos de nuestras vidas células tumorales, que la mayoría de las veces son directamente destruidas y reabsorbidas por la acción de nuestro sistema inmunológico.
Existen sin embargo situaciones emocionales intensas que influyen sobre nuestro sistema inmunológico haciendo que se deprima y deje de ser tan eficaz. Situaciones relacionadas con estrés intenso, con ansiedad mantenida, con vivencias de duelo que influyen y afectan a nuestro sistema inmunológico. Cuando éste se deprime, las células, que en otro momento hubieran sido destruidas, proliferan constituyendo un determinado tumor.
Algunos ejemplos: Muere un joven de leucemia, su padre desarrolla un cáncer de laringe ocho meses después. Una persona es despedida inesperadamente, dos meses más tarde es diagnosticada de una leucemia. Muere el marido de una pareja que llevaban juntos cincuenta años, a los seis meses se detecta un cáncer en la mujer.
Pocas veces en medicina se pregunta a los pacientes con cáncer por la situaciones vitales que han rodeado a la aparición de su enfermedad. Desde la psicología se presta especial atención esta relación. Cuando trabajamos con personas que padecen cáncer les preguntamos qué ocurrió en su vida, qué les afectó intensamente a nivel emocional, en los meses inmediatos a que les diagnosticaran la enfermedad. En la casi totalidad de los casos las personas identifican esa situación dramática: una muerte inesperada, un despido laboral, un hijo que enfermó gravemente, una traición de un socio, una separación dolorosa, un desengaño amoroso, etc.
Conocer esta relación es importante para ayudar a las personas con cáncer a hacerse fuertes contra su enfermedad a través de desarrollar los recursos mentales que necesitan en estos momentos. Si al mismo tiempo que la medicina actúa para eliminar el cáncer, con todo el conjunto de tratamientos de los que dispone, el enfermo asume un papel activo en el proceso de la enfermedad a través de revisar y «digerir» las emociones que ayudaron a que el tumor apareciera, la intervención y el esfuerzo se hacen mucho mas completos.
Es muy frecuente descubrir en estas personas una respuesta consistente en tragarse la angustia, en no expresarla, en no darle salida ante las situaciones que les impactaron emocionalmente previamente a la aparición del cáncer. Solemos encontrar con mucha frecuencia duelos no elaborados, emociones potentísimas no digeridas.
Es muy necesario para estas personas poder contar con el acompañamiento de un profesional que sepa como ayudarles a expresar las emociones que directamente se tragaron sin expresar, de manera que puedan elaborar situaciones emocionales no resueltas.
Hay una tendencia muy extendida a pensar que siendo optimista, que siendo positivo, es todo cuanto hace falta para poder superar un cáncer. No es verdad, no es suficiente. Hace falta algo más que ser positivo.
Al tiempo que los pacientes están siendo tratados médicamente, es importante acompañarlos desde el punto de vista emocional a través de enfoques centrados en las interacciones entre la mente y el cuerpo, prestando atención a las creencias, actitudes, estilo de vida, funcionamientos psicológicos, que están afectando dramáticamente a su salud.
Coral López